El analfabetismo digital se combate con inversión
Hay que hablar de IA antes de que sea demasiado tarde
Cuando pienso en los analfabetos de hoy y los comparo con los de ayer noto que el problema se mantiene, aunque ahora tiene una nueva cara. Antes, el analfabetismo significaba no poder leer ni escribir, lo que claramente implicaba una barrera para el conocimiento. En la actualidad, en plena era digital, el analfabetismo es más sutil pero igual de devastador: la incapacidad de interpretar, analizar y usar la información. Tener acceso a datos no equivale a saber cómo emplearlos o generar pensamiento crítico. Los analfabetos de hoy son aquellos que, con toda la tecnología al alcance, no logran comprender ni cuestionar el mundo que los rodea.
Lo alarmante es que muchos de estos "nuevos analfabetos" están en el poder. Tenemos gobiernos dirigidos por personas que no tienen una visión clara del futuro, que no entienden las transformaciones que estamos viviendo. Esos dirigentes políticos se aferran a decisiones cortoplacistas sin interés en posicionar a sus países en la mayor revolución de la historia moderna. Esta revolución, comparable solo con la revolución industrial, es un millón de veces más poderosa y tiene el potencial de cambiarlo todo. Así, mientras el mundo se prepara, aquí seguimos siendo conducidos por burócratas que discuten banalidades, incapaces de proyectar un plan que nos coloque en la senda del desarrollo.
Este es el peor negocio que podemos hacer. Discutir superficialidades cuando el mundo sigue avanzando nos deja en una posición de vulnerabilidad. Reducir la educación y no invertir en ciencia o tecnología es suicida. Invertir en educación debería ser la bandera de cualquier liberal, quizás por motivos distintos a los nuestros, pero por la misma razón fundamental: invertir en el futuro. Porque, al final, formar ciudadanos digitales es lo que permitirá producir riqueza, adaptarse a los cambios y competir en el mundo que viene. No podemos conformarnos con ser meros consumidores de tecnología desarrollada por otros. Necesitamos ciudadanos capacitados, listos para crear, innovar y enfrentar los desafíos de una realidad en la que la inteligencia artificial y la computación cuántica cambiarán todo.
Lo preocupante es que esto no es exclusivo de la derecha. En muchos sectores autodenominados progresistas, tampoco veo la capacidad ni el interés para implementar políticas que nos preparen para este futuro. Mientras tanto, las grandes decisiones se toman en China y Estados Unidos, donde se desarrollan las tecnologías y políticas que dominarán las próximas décadas. Nosotros seguimos siendo simples espectadores, perdiendo soberanía digital y cognitiva, mientras el mundo se define sin nosotros.
El futuro está claro: la inteligencia artificial transformará industrias, economías y formas de vida, y la computación cuántica redefinirá cómo procesamos la información. Si no actuamos ahora y no invertimos en educación, ciencia y tecnología, no solo perderemos competitividad, sino que también perderemos la capacidad de decidir nuestro destino.